Relato 108.0
…Esperó pacientemente durante más de tres horas antes de que empezara a detectar movimiento, abajo, en el valle. Los vehículos, todos negros, blindados y con los cristales oscuros, iban llegando, por lo que se colocó posición: tumbado boca abajo, piernas separadas, arma sobre el bípode y ojo derecho oteando a través de la mira telescópica.
En apenas dos minutos llegó el todoterreno en el que iba su objetivo, puntual a la cita, una discreta reunión entre personas influyentes, en aquel lugar, una mansión de dos plantas, grande, vetusta, apartada de la civilización y miradas indiscretas.
Toda la información recabada era correcta, no dejando margen a la improvisación.
Se abrió la puerta trasera derecha del vehículo y aquel hombre, joven, alto, elegantemente vestido con traje azul y gafas de sol, le dio las gracias a su chófer mientras se abotonaba la americana. Fueron sus últimas palabras, antes de que el sicario cumpliera con su cometido, y llevara a cabo el magnicidio…
G. Sayah