
Un gran charco de sangre presidía el pequeño salón de la cabaña, esto unido al posterior análisis de aquella, confirmaría que se trataba del lugar donde se cometió el crimen.
No se cumplieron los deseos de la pareja de detectives, y el homicida no había dejado ni rastro. No encontraron huellas, ni casquillos, nada parecía estar fuera de lugar, ni pisadas, ni rodadas de vehículos en el exterior.
– ¿Cómo trasladaría el asesino el cadáver a aquel lejano callejón de la ciudad? – Se preguntaba Mike. Y los mas curioso, – ¿para que trasladarlo? –
Su compañera telepáticamente, a la vez que registraba los cajones de una pequeña cómoda, no podía evitar hacerse las mismas preguntas.
El día fue un tanto infructuoso desde el punto de vista de la investigación, y algo jodido por las presiones que recibían por parte del capitán, a pesar de las pocas horas que habían transcurrido desde que la víctima apareciera con el certero tiro en la cabeza.
No tenían duda que aquello era obra de un profesional y seguramente por encargo.
A la mañana siguiente obtuvieron las respuestas a algunas de las preguntas que se hacían mentalmente, y es que la noticia del asesinato era portada de todos los periódicos.
A pesar de la discreción con que estaban manejando el asunto, alguien, posiblemente de las altas esferas de la ciudad, o de las cloacas del estado, quien sabe, le interesaba publicitar el crimen…
G. Sayah
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...