
– Buenos días Carla, ¿lo de siempre? –
– Buenos días Armando. Si por favor –
Leía el periódico mientras esperaba impaciente el desayuno, aunque más sumida en sus pensamientos que en las páginas del diario, el cual apenas si contenía hoy noticias relevantes.
Devoró el plato número siete de la carta acompañado de dos buenas tazas de café. Tras pagar dejando una generosa propina se despidió de Armando hasta el día siguiente y salió del restaurante.
– ¡Oh Dios que frío hace! –
Eran las seis y cuarto de la mañana cuando pidió un taxi – Al 750 de la 1st por favor – El taxista giró en la octava hacia la 34 dirección este mientras Carla se acomodaba en el asiento trasero para terminar de leer la prensa.
– ¡Arturo detrás de ti! – Este empuñó su Excalibur y se dirigió al individuo que le venía por la espalda – ni se te ocurra sarraceno, esas reliquias nos pertenecen – le dijo con cara de ferocidad. Tras una dura contienda pocos quedaban ya en pie, pero los Caballeros de la mesa redonda no cejaban en el empeño de recuperar lo que era suyo. El infiel miró a su alrededor, y viendo su desventaja soltó lo que el Rey reclamaba y salió despavorido.
Tristán observó a Perceval recoger el objeto del suelo embarrado y este esgrimiendo una sonrisa se dirigió a su líder.
– Por fin Arturo, con esta casi hemos acabado –
– Cierto mi fiel amigo, cierto –
Estaba siendo un invierno duro y frío, sus hombres lo estaban notando, pero la fe se imponía sobre todos los acontecimientos mundanos.
– ¡Oiga señora! Se ha quedado dormida mientras leía – Le decía el taxista conforme paraba en doble fila.
– Lo siento – Carla se recompuso rápidamente y pagó el taxi mientras intentaba despegar los párpados, reflexionando en lo extraño y misterioso de los sueños – Quédese con el cambio –
Salió del vehículo amarillo y subió las escalinatas que jalonaban el edificio en el que trabajaba a escasos metros del East River – Estoy segura de que hoy será un día crucial para el futuro del planeta – pensó…
g_sayah
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