El AVE, dirección Madrid, discurría a la altura de Puertollano cuando María interrumpió la lectura que Vincent hacía de su novela, para contarle lo que había pensado. Estaba convencida de que sería una buena idea, siempre y cuando él estuviera en la misma onda.
– ¿Te está resultando interesante? –
– ¿Qué? –
– Tu libro, tonto, qué si te está gustando.
– Ah! Si, perdona. Estaba un poco ensimismado. La verdad es que no es de los mejores que he leído, pero no está mal. Va de un policía retirado… –
– ¿Qué te parece que vivamos juntos?
– ¡Joder! ¿Cómo dices? Vinc se quedó petrificado, a medio camino entre lo que leía y la respuesta que le estaba dando a María. No se lo esperaba, y tuvo que recapacitar unos segundos antes de articular palabra. – Pues no sé, me coges un poco desprevenido, y si te soy sincero… ¿puedo serlo? –
– Por favor –
– …Si te soy sincero, no se me había pasado por la cabeza –
– Oh, vaya. Me temo que a lo mejor he metido la pata –
– No, en absoluto! En realidad, quería decir que lo nuestro va tan rápido, y estoy tan bien, que no me lo había planteado. No he tenido tiempo de pensarlo. Lo que no quita que se me hubiese ocurrido mañana mismo –
María sonrió ante la última frase de Vinc. – Si, vamos. No quieras arreglarlo ahora – Dijo con sarcasmo.
– De veras. Créeme. Puede ser lo mejor que me hayan propuesto en mi vida, y no tengo ninguna duda de que deberíamos hacerlo –
– ¿Me hablas en serio? No quisiera que te sientas presionado –
– No seas tonta ¿Crees qué tu idea podría hacerme sentir así, con todo lo que llevo vivido? Ojalá hubiesen sido como esta todas las presiones que he tenido que soportar a lo largo de mi vida… –
– Entonces que te parece si de momento te vienes a mi apartamento, lo compartimos un tiempo y vemos cómo nos va. Me vendría bien alguien que afloje la guita para los gastos – Bromeó María.
– Genial! En cuanto lleguemos me pongo las pilas, aunque tardaré poco. Mis pocas pertenencias van ahí – Señaló con un ademán de los ojos el portaequipajes en el que estaba su inseparable trolley negro de veintinueve litros de capacidad. Lo que no entraba en él, no iba a ningún sitio – Además, creo que será más interesante y divertido vivir contigo, que el pernoctar solo en un hotel. Estoy deseando de dejarlo –
Lo inesperado de la propuesta, el sí de la respuesta y las mutuas miradas que se lanzaron, cargadas de cariño y complicidad, hicieron que ambos, al unísono, llegando ya a la estación de Santa Justa, volvieran a sentir ‘mariposas en el estómago…’
g-sayah