relato_6.0


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– agente J –


– Me encanta viajar en tren – pensaba Silvia mientras oía el típico traqueteo que hacían los boggies al contacto con el camino de hierro.

Volvía de Israel, donde tuvo que realizar un trabajo bastante especial. No era la primera vez que iba al país hebreo, aunque siempre había sido por temas profesionales.

Su jefe de sección le había dado unos días libres, por lo que decidió hacer una parada en París, donde intentó relajarse un poco durante unos días después de realizar la misión que se le encargó.

En la estación de Chamartín cogió un taxi una vez abandonó el tren en el que viajó desde la capital francesa. El taxista la dejó a escasos metros del edificio de apartamentos donde residía temporalmente. Un apartamento reducido pero acogedor, confortable y decorado con buen gusto.

Extrajo las llaves del bolso y abrió la puerta. Lo que vio no le gustó nada, es más, le tocó muchísimo las narices. Todo estaba patas arriba. Alguien había estado allí en su ausencia.

Tras un rápido repaso, en principio no notó que le faltara nada, y se preguntó quién había estado allí y qué buscaba…  


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Sorprendentemente, el jefe de María no le puso objeciones para que en un par de semanas pudiera pillar unos días de vacaciones, ya que la política de la empresa era la de no pagar horas extras, compensándolas en descanso, y la verdad es que el volumen de trabajo obligaba a la mayoría de empleados de dicha empresa exceder su horario ordinario, y ella no era una excepción.

Vincent se encargó de preparar la escapada a Suecia, se moría de ganas por volver a Fjälbacka, y sobre todo con María. No le cabía ninguna duda de que iban a pasar unos días estupendos. Nada de pasar calor, dando largos paseos, intercalados con agradables ratos de lectura, momentos ‘fika… ella y él, solos, disfrutando el uno del otro, insistiendo en que su relación se fuera consolidando, conociéndose aún más, apostando por el cariño como vehículo sentimental, cultivando un amor cual adolescentes en los primeros años de instituto… 


g_sayah


relato_5.3


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– Buenos días Armando. Como va eso 

– Hola Mike. Va bien. Empezando la jornada como siempre, con ánimo y optimismo, esperando a que no venga nadie a joderte lo que puede ser un bonito día – Ironizó – ¿Lo de siempre? –

– Sí. Por favor –

Huevos revueltos con patatas a la plancha y un supercafé bien cargado que le diera la chispa que le faltaba para arrancar la suya, su jornada. Una necesidad imperante de cafeína, como casisiempre.

– Eso se soluciona rápido. Aquí tienes.

Armando le sirvió un gran vaso de café de la melita que transportaba en su mano izquierda y que no tardaba en vaciar constantemente entre su clientela habitual y ávida de ese brebaje negro de aroma característico.

Se tomó el primer vaso leyendo el periódico mientras esperaba el desayuno. 

Al mismo tiempo que comía y leía, pensaba que lo de tomarse el día libre iba a ser relativo. Se le ocurrió que se acercaría al despacho al terminar lo que armando le sirvió para indagar un poco en la desaparición de Alex. Consultaría la hemeroteca que ofrece ese inmenso portal al mundo llamado internet y haría también un par de llamadas, a ver que podía ir averiguando, antes de que el Sr. Smith le pasara su material sobre el caso.

– Todo exquisito amigo mío, como siempre. Te dejo. Que tengas un buen día –

– Igualmente Mike. Muchas gracias. No tardes en volver –

– No podría – dijo sonriendo.

Salió del local y volvió a coger el metro, esta vez para dirigirse a su lugar de trabajo, cuando no estaba pateando las calles, claro, que era la mayoría del tiempo que ocupaban sus investigaciones.

Una vez sentado en su mesa abrió el Mac y empezó una búsqueda tranquila pero exhaustiva de noticias relacionadas con el caso del hijo de David.

A la vez que navegaba por la red descolgó el teléfono para llamar a un viejo amigo que trabajaba en el FBI. Tras comentarle la historia que tenía entre manos le pidió por favor que se sumergiera en los archivos federales a ver si encontraba algún hilo del que tirar con respecto a la desaparición del chico acaecida hace unos dos años. El agente le comentó que estaba desbordado de trabajo y que le sería complicado, pero le prometió intentarlo cuando tuviese un momento libre.

– Con una condición Mike. Que me invites a cenar. Tú, yo y un buen vino para recordar viejos tiempos –

– Dalo por hecho amigo –

Cuando se vino a dar cuenta había caído la noche. Después de varias horas consiguió recopilar bastante información y noticias que probablemente le ayudarían a su socia y a él a empezar el nuevo encargo con el pie derecho.

Decidió marcharse a casa. Necesitaba descansar y había quedado temprano al día siguiente.

Una vez en el apartamento, encendió la televisión, jugaban los Knicks. Descorchó una botella de vino californiano y abrió una lata de anchoas del cantábrico. Sentado en su viejo pero cómodo sofá donde acostumbraba a comer, estaba a punto de dar buena cuenta de la delicatessen importada de España cuando llamaron a la puerta…


g_sayah


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Una brisa agradable envolvía el chiringuito tahitiano en el que ambos se sentaron para tomar unas cervezas, lo más parecido a lo que para Eric podría ser el paraíso. 

– Bueno, cuéntame, que estoy impaciente por saber…-

Eric le dio un largo trago a su tercio hasta casi apurarlo y con cara de no saber cómo Rachel encajaría lo que le iba a decir, empezó a buscar en el fondo de su mente las palabras más adecuadas.

– Sé que te parecerá una locura, pero voy a ir al grano, lo he pensado detenidamente y he tomado una decisión bastante trascendente que va a cambiar mi vida por completo, pero antes que nada quiero que sepas que mi intención no es condicionarte, y lo que hago, espero no suponga más presión sobre ti de la que has sufrido o todavía soportas, en esta, tu nueva etapa, en tu momento de transición –

– Joder Eric. Venga, que me tienes en ascuas –

Eric sonrió, y le soltó de golpe, cruzando los dedos, que había dimitido de su cargo, que había vendido la mayoría de sus posesiones, que se había desprendido, a muy buen precio por cierto, de todas sus participaciones en las empresas que hasta entonces le reportaban ingentes beneficios, y que en circunstancias parecidas, aunque por distintos motivos, como era el caso de ella, había desaparecido sin dejar rastro.

Conforme Eric le iba contando aquello, la cara de Rachel se volvía cada vez más circunspecta, le estaba costando trabajo que la sorpresa y la incredulidad se reflejara en su rostro.

– Te parecerá increíble, pero llevo organizándolo desde hace tiempo, estoy muy quemado, el día a día era ya bastante insoportable, tenía asuntos en los que me encontraba como en un callejón sin salida, mi vida era una mierda, aunque aparentemente no lo pareciera, mi integridad física corría peligro en cada vez más ocasiones, con amenazas, llevando un guardaespaldas, poca privacidad… un largo etcétera que ha hecho que me lo replantee todo, y bueno, aquí estoy –

Rachel se quedó de piedra, con la boca abierta, invitando a que en cualquier momento le entrara una mosca, los ojos como platos e incapaz de articular palabra…


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