relato 6.1


starbucks


Tras un rápido repaso, en principio no notó que le faltara nada, y se preguntó quién había estado allí y qué buscaba…  

Por mucho que lo intentaba no podía encontrar la relación de un registro así con cualquier acontecimiento, lugar o persona que tuviese que ver con ella. Seguro que habría motivos y alguna conexión, pero en ese momento no se le ocurría nada.

Lo que si se le ocurrió fue llamar a su jefe, mejor que a la policía. El sabría qué hacer en estos casos mejor que nadie, sin ninguna duda, él actuaría sin vacilar ni equivocarse, ya que Silvia se temía que aquí no habría margen para el error. – Si, ¿jefe? Creo que tenemos un problema. Si, al llegar del viaje me he encontrado mi apartamento patas arriba, todo revuelto. No lo sé. En principio no parece faltar nada, sabes que yo no suelo traerme el trabajo aquí y tampoco tengo cosas de valor. Está bien, perfecto. Estamos en contacto.

Mario, su jefe, apodado ‘el francotirador’, debido a su pasado como agente de campo en diferentes países y multitud de conflictos bélicos, le ordenó a Silvia que cogiera lo imprescindible y se perdiera unos días, que él se encargaría de todo.

Metió en su mochila Kanken una muda limpia, su Mac y un par de novelas junto con su 9 mm. Llamaría a Rubén que seguro estaría encantado de volver a verla, al igual que ella a él. Le diría que se cogiera unos días libres para estar juntos y recuperar el tiempo que habían estado sin verse.

Rubén trabajaba como freelance para diferentes periódicos. Se conocieron en el Líbano, donde él cubría las noticias sobre el conflicto armado que se estaba produciendo en esos momentos, mientras ella cumplía uno de esos encargos clandestinos que su agencia le mandaba. Evidentemente, aquel desconocía realmente a que se dedicaba esa chica tan dulce y simpática, y hasta ahora su tapadera le había funcionado. Silvia para Rubén y el resto del mundo era una tratante de arte que viajaba constantemente por motivos de trabajo.

Le saltó el contestador y decidió no dejarle ningún mensaje – Bueno, me tomaré un café por la Gran Vía mientras leo un rato, a ver si consigo despejarme y relajarme un poco, y más tarde lo vuelvo a intentar… 


g_sayah


madrid_51.0


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La sensación de estar siendo vigilado desapareció hace días, es más, por su experiencia, diría con casi absoluta certeza que quien fuera su sombra durante los últimos días ya no estaba.

A pesar de ello, no quería lanzar las campanas al vuelo, la prudencia se lo impedía, pero le animaba comprobar que poco a poco se iban dando los movimientos necesarios para dejar atrás su vil pasado.

Un largo período sin actividad profesional, el haberse sincerado con María, buscar un empleo corriente como cualquier persona normal, disfrutar del tiempo libre, y sobre todo, su relación con aquella madrileña que tanto le atraía y que le estaba haciendo perder la cabeza.

– Paso a paso Vincent, paso a paso. – Se decía mientras esperaba a María en la terraza del bar de aquel placentero hotel de la costa sueca, disfrutando de unos agradables rayos de sol matutino y una deliciosa taza de café…


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La coge con sus propias manos y la parte en dos. La misiva procedente de Roma era clara y concisa, la IV Legión del Imperio tenía orden de resistir un año más.

El legado no pudo esconder su furia, otro invierno más lejos de su hogar en aquellas tierras inhóspitas, donde sus hombres iban cayendo frente a las embestidas de un motivado enemigo, mejor adaptado a aquel ambiente frío y hostil donde los hubiera.

Antes de comunicar a sus tribunos la mala nueva, se dispuso a contestar negro sobre blanco, reclamando con urgencia se reforzaran sus huestes, si de veras el decadente César pretendía mantener aquella plaza…


g_sayah


madrid_50.0


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– Pues la verdad es que me parece increíble todo lo que me estás contando, aunque por lo que dices, todos son motivos de peso para dar el paso que has dado –

– Ya no podía más, y aunque no te lo creas, el hecho de que el imbécil de tu marido recurriera a mí para pedirme lo que me pidió, me hizo pensar. Sé que he cometido errores en mi vida y que mi conducta a veces como mínimo ha rayado la inmoralidad, incluso te diría que en algunas ocasiones he traspasado ciertos límites legales, y sinceramente, en más de una ocasión, un sentimiento de culpabilidad ha castigado mi conciencia. Como te he dicho antes, lo de Robert ha sido la gota que ha colmado el vaso –

– Entonces, tu idea es empezar de nuevo, supongo –

– Exacto, como tú – Respondió Eric con una sonrisa cómplice en su rostro.

– Bueno, perdona que insista, pero sigo sin salir de mi asombro – Dijo Rachel correspondiéndole con otra sonrisa.

– Me hago cargo, no creas, yo todavía no me pienso que haya sido capaz de decidirme, aunque, como ya te dije, llevaba tiempo preparando el terreno –

Rachel cambió de tema de manera radical pero involuntaria para preguntarle que a dónde se alojaba. Eric le dijo que de momento pernoctaría en un modesto hotel no muy lejos de allí.

– Creo que voy a ir a deshacer el equipaje y a descansar un poco. El vuelo ha sido largo y no he dormido casi nada. Si te apetece nos vemos en un rato, cenamos juntos y seguimos con la charla –

– Me apetece… –


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