madrid_46.0


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Las tenues olas acariciaban sus pies mientras disfrutaba de un sol reconfortante y de una lectura digamos, entretenida, y es que aunque leer era una de sus pasiones, la rutina se había transformado en monótona y su día a día empezaba a poder calificarse de tedioso en algunos momentos.

Se esforzaba por ver las cosas con perspectiva, y era consciente de que debía considerarse muy afortunada a tenor de las circunstancias que se habían dado hasta el momento, y aunque estaba en un idílico y seguramente inmejorable lugar, paradójicamente sentía la necesidad de un cambio, un abandonar intermitente de aquella ‘zona de confort’ que la estaba agobiando un poco. 

No le ocurría lo mismo al protagonista de la novela que estaba leyendo, un investigador de la Guardia Civil española, al que le habían encargado que resolviera el asesinato de un militar del ejército en una base de Afganistan, hasta donde se había tenido que desplazar junto con su inseparable compañera…

Hizo una pausa aprovechando que había terminado un capítulo, levantó la vista y se deleitó con aquel magnífico horizonte que se presentaba ante sus ojos cual pintura de Van Gogh, cuando de soslayo, percibió a lo lejos la figura de un hombre trajeado que se acercaba por la orilla. Aquella no era una playa especialmente concurrida, pero no faltaban turistas que esporádicamente aparecían para disfrutar de un sencillo paseo.

La distancia hizo que Rachel dejara de prestarle atención, pero al cabo de unos minutos, cuando dicho individuo estuvo más cerca, le embargó la sensación de que le era un tanto familiar…


g_sayah


Relato 5.0


Detectives VII


Era de los pocos investigadores privados honrados que quedaban en la ciudad. Esa noche se propuso vigilar los pasos de una esposa infiel a la que le atraían los jovencitos. Su marido había contratado la semana antes sus servicios y aunque los casos de infidelidades matrimoniales no le motivaban demasiado, comer había que comer, y las facturas no se pagaban solas. Por cierto, ese mes ya estaba la cuenta en números rojos.

Y es que el mercado detectivesco estaba en horas bajas, y no por falta de corruptos, delincuentes, chorizos y energúmenos en general, sino por que la clientela no era muy buena pagadora, tratando esta dura profesión de manera poco respetuosa.

Se dio cuenta enseguida de que aquello sería fácil y rápido. Mary, la esposa infiel salió de casa sobre las once de la noche y en la misma esquina del edificio en el que vivía la infeliz pareja, le esperaba un individuo en el interior de un Ford gris antracita.

– Sospecho que mi mujer me engaña – me comentó el cornudo marido. Era una pena. Estaría seguro de ello, pero tal vez albergaría una mínima esperanza de que no fuera cierto – Ahí está el verdadero motivo por el que solicitan mis servicios en estos casos. Busca el marido fiel y enamorado que esas continuas salidas nocturnas de la mujer inquieta y apasionada se dirijan hacia donde ella en un principio dice: cariño, esta noche tengo guardia. Si, por supuesto, guardia, en la habitación 507 del Solita Soho Hotel… –

– En ese preciso instante se esfumaron dichas esperanzas de un marido de los que ya quedaban pocos. Pero bueno, sino fuera así yo no haría caja, y estos pocos dólares le alegrarían el día a mi socia, Penny… –

– Terminé de tomarme un café que me sirvió una agradable camarera con rasgos asiáticos en la cafetería que había enfrente del Solita. Estaba deseando  llegar a mi apartamento para dormir un rato y justo al subirme en mi desvencijado Golf del año 79, recibí un mensaje de mi compañera – te esperan en el despacho, tenemos un nuevo caso… –


g-sayah


madrid 45.0


Fjallbacka III


– He pensado que podríamos coger unos días de vacaciones. –

– Tiene gracia que me digas eso. –

– ¿Por qué? ¿Que tiene de gracioso?

– Porque sería yo quien tendría que coger los días, tú estás siempre de vacas. – María dijo aquello con un tono cariñoso y guiñándole un ojo.

– Bueno, entiéndeme. Lo que en realidad quiero decir es que me gustaría que hiciéramos un viaje, una escapadita como la que hicimos a Sevilla, aunque esta vez saldríamos de España, a un pueblecito en el que he estado un par de veces y que echo de menos. Me haría mucha ilusión que lo conocieras conmigo. Por cierto, mi jefa eres tú. – Vincent le devolvió el guiño. 

María sonrió, se acercó a él y se colocó a horcajadas sobre sus piernas, obligándolo a apartar la novela que tenía en sus manos y que leía sentado en el ‘acogedor rincón de lectura’ del apartamento. 

– Eres un sol, y me muero por ir a donde sea contigo, y que me enseñes ese sitio tan especial para ti, pero dudo que en el trabajo me faciliten la historia.-

– No tiene por que ser ahora. Habla con tu jefe y le dices que quieres una semanita, para cuando a él le venga bien, y en el momento que pueda ser nos largamos. Yo me encargo. 

– Tú te encargas de… –

– Pues de sacar los billetes y de buscar alojamiento, tontita mía. –

– Me parece un plan muy atractivo y además me está picando la curiosidad y estás despertando mi gen viajero, que estaba algo aletargado últimamente. Está bien, se lo comentaré a ver que me dice. ¿Y qué lugar es ese? Me tienes un poco intrigada. –

Vinc, en principio, quería darle la sorpresa, pero al ver la cara de ella y sus continuos gestos de cariño con la intención de convencerlo de que le dijera a donde quería llevarla, se lo dijo.

– Iremos a Fjälbacka, un pequeño pueblo costero al oeste de Suecia…


g-sayah


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