Era de los pocos detectives honrados que quedaban en la ciudad. Esa noche se propuso vigilar los pasos de una esposa infiel a la que le atraían los jovencitos. Su marido había contratado la semana antes sus servicios y aunque los casos de infidelidades matrimoniales no le motivaban demasiado, comer había que comer, y las facturas no se pagaban solas, por cierto, ese mes ya estaba la cuenta en números rojos.
Se dio cuenta enseguida de que aquello sería fácil y rápido. Mary, la esposa infiel salió de casa sobre las once de la noche y en la misma esquina del edificio en el que vivía la infeliz pareja le esperaba un individuo en el interior de un Ford gris antracita.
Terminé de tomarme un café que me sirvió una agradable camarera con rasgos asiáticos en la cafetería que había enfrente del Solita Soho Hotel. Estaba deseando de llegar a mi apartamento para dormir un rato y descansar la mañana y justo al subirme en mi desvencijado Golf del año 79 recibí un mensaje de Penny, mi socia,- te esperan en el despacho, tenemos un nuevo caso -…
G. Sayah