Madrid 21.0


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Un asesino implacable, meticuloso, concienzudo, limpio e insaciable. Consciente de lo que era, no podía evitar serlo, un psociópata elevado a la máxima potencia matemática, que había perfeccionado su método hasta límites insospechados a lo largo de los años.

Al principio, la necesidad de matar no era muy acuciante, pero cuantas más víctimas caían en su siniestra red mental, menor era el tiempo que transcurría entre un crimen y otro.

Y es que la sensación placentera que experimentaba una vez consumado tan sangriento acto, era inigualable, una rebosante emoción difícil de comparar con cualquier otro tipo de suceso vivido en su día a día rutinario.

Sabía que tarde o temprano lo descubrirían, pero no podía dejar de hacerlo, era superior a sus fuerzas, por lo que tenía claro que no pararía, y además, había algo que jugaba a su favor, estaba convencido sin ningún tipo de dudas, que lo que estaba haciendo era una ‘limpieza selectiva’. Sin escrúpulos y sin remordimientos, dormía cada noche como un bebé, con la conciencia muy tranquila.

Xenófobos, pederastas, políticos corruptos, maltratadores, violadores, extorsionadores… eran los que pasaban a mejor vida si se cruzaban en su camino.

– ¿Qué lees Vinc? –

– Ah! Hola María, qué tal. Pues es una especie de relato que he encontrado aquí en la mesa al llegar. –

Vincent dobló ‘el manuscrito’ y lo guardó entre las páginas de su novela, a la vez que ella tomaba asiento.

– ¿llevas mucho rato esperando? –

– No que va. –

– ¿Pedimos un par de cafés?


g-sayah


Poeta en Nueva York 43.0


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Relato 148.0


El día que Moses murió recordaba que hacía muchísimo calor. El sol pegaba fuerte, caía a plomo sobre los acristalados edificios y su reflejo lo recogía el asfalto para transformar las calles de Manhattan en un auténtico horno.

El tráfico era intenso, lo que venía a ser normal en la metrópolis, aunque no excesivamente caótico, pero un ruido ensordecedor estaba colapsando mi mente y amenazaba con bloquear mis pensamientos, dejando solo lugar a que mis sentimientos fueran ganando terreno en lo más profundo de mi alma.

Todavía no afloraban muchos recuerdos, era demasiado pronto, pero si lágrimas, lágrimas y un enorme vacío junto con las primeras sensaciones de soledad…


g-sayah


Microrrelato 65.0


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Los padres de Tomás insistían en recuperar al estúpido de su hijo. Siempre lo había sido, pero era su hijo. Su actitud distaba considerablemente de lo que hubiese sido normal para un chico de su edad, parecía incluso que la semilla en su nacimiento la había plantado el mismísimo diablo, por lo que estúpido, no dejaba de ser un gran eufemismo. Hacía daño a todos, no se llevaba con nadie, pero aquel fatídico accidente, en el que primero la conciencia, y más tarde la memoria, ambas perdidas por el fuerte trauma, podría brindarles una segunda oportunidad vital y necesaria…


g-sayah


Relato 86.0


Han Solo


Vivía solo. Después de un par de relaciones tormentosas, en las que se incluía un complicado divorcio, decidió que no compartiría su vida con ninguna otra persona. Se había rendido, estaba cansado de buscar ese amor ideal en el  que tanto había creído.

– Ni con un perro – Se decía cuando sus pensamientos se retrotraían a un pasado bastante oscuro desde el punto de vista sentimental. Estaba cansado de tolerar y respetar, no podía creer que la mayoría de las personas que habitaban este jodido mundo renegaran de estos dos conceptos tan básicos.

– Aunque un perro no sería una mala opción de compañía, por lo menos ellos si son capaces de respetar y tolerar, frecuentemente más y mejor que cualquier persona, y además siempre están ahí, meneando el rabo para mostrar su complicidad para con su dueño –

Se sirvió un café, muy caliente y bien cargado en una taza con la cara de Han Solo, regalo friki que su hija le hizo en su último cumpleaños, atrapó la novela que empezó anoche, se tumbó en su sofá con los pies apoyados en el alféizar de la ventana por la que entraba un tímido rayo de sol, y se dispuso a disfrutar de aquel momento. Qué más podía pedir, buen café, gran libro, silencio…


g-sayah


Microrrelato 64.0


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Ninguno de los niños que había en el arcón era Tomás, por lo que las indicaciones de aquel ser indeseable no eran exactas. Jugaba con nosotros, mentía, siempre se guardaba algo con lo que seguir negociando… mi compañera y yo nos sentíamos impotentes, y aunque conseguimos atraparlo y encarcelarlo, uno de los asesinos más crueles con los que nos habíamos topado, con su traje naranja se burlaba, ya no de nosotros, sino de las familias de las víctimas que necesitaban conocer la verdad, una verdad que les permitiera pasar una horrible y dantesca página de sus vidas…


g-sayah


Reflexión 12.0


Definitivamente me habéis convencido, aunque hasta hace unos días todavía albergaba una mínima esperanza. Hoy, no me cabe la menor duda de que esta sociedad, en su conjunto y a nivel individual, mirando al ser humano como individuo, animal supuestamente racional que anda sobre sus dos ‘patas’ de atrás, necesita urgentemente un cañonazo de ayuda psicológica.

No somos conscientes del nivel al que hemos llegado, los límites que hemos traspasado, y es que es tan alto el grado de ‘yoísmo’ y ceguera que somos incapaces de darnos cuenta del daño que en muchas ocasiones provocamos a los que nos rodean, comportamiento que tarde o temprano revertirá sobre nosotros mismos.

Hablando de daño, esto nos lleva a lo que le estamos haciendo al planeta, nuestro hogar. Ni los animales a los que denominados irracionales, son capaces de ensuciar como lo hacemos nosotros. Como ejemplo podríamos referirnos a los gatos. A éstos les das un lugar donde descansar, comer, pernoctar en definitiva, y serían incapaces de cagarse en este citado lugar que frecuenta y que lógicamente lo quiere limpio. Pues bien, nosotros lo haríamos, de hecho lo hacemos, nos cagamos en nuestro hábitat, sin ningún tipo de escrúpulo. También lo hacemos constantemente con las relaciones personales, las cuales si se nos antoja, también nos empeñamos en joderlas, o sea, en cagarnos en ellas. 


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Necesitamos una gran oreja que escuche nuestras quejas y reproches, que asienta ante lo tengamos que decir sin pararnos a escuchar lo que los demás puedan necesitar de nosotros. Nos importa una mierda, y si noto que intentan decirme algo, subo el tono de voz para imponer lo mío que es más interesante, hago lo indecible por implantar mis tesis que seguro que son fundamentales e inapelables. Qué más da lo que siente la otra persona. Suena a puro egoísmo ¿verdad?.

Hemos entrado en un bucle del cual no sabemos salir, inconscientemente damos vueltas, entre otras cosas porque desconocemos que estamos inmersos en un círculo urobórico que hace un huevo de tiempo que nos engulló, y que nos está masticando el cerebro haciéndolo papilla.

Propongo que nos paremos por un momento a pensar, reflexionar hacia dónde vamos y qué somos y qué queremos hacer con nuestras vidas, echando la vista atrás de vez en cuando para no perder la memoria, porque creo que no tenemos ni puta idea de lo que estamos haciendo…


g-sayah


Poeta en Nueva York 42.0


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Relato 146.0


Giré la cabeza creyendo haberla visto pasar en medio de aquella vorágine de almas autómatas que iban camino de sus respectivos puestos de trabajo. 

Hora punta, bullicio, ruido, carreras, silbidos pidiendo un taxi, bajar escaleras para coger el metro, cafés ‘take away’, llamadas perdidas en el smartphone, un portafolios que se cae y el aire se encarga de repartir una elaborada presentación por el acerado, subir escaleras al soltar el metro, una discusión, una disculpa, ‘sorry’, otra discusión, otro taxi, ahora llamado gritos, más llamadas telefónicas esta vez atendidas con auriculares de última generación, más disculpas, obreros fumando un pitillo en la esquina de un futuro rascacielos a la hora del pitillo mirando sorprendidos el ritmo de aquellas máquinas de carne y hueso, bicicletas sorteando coches, coches intentando sortear el caos, un agente del PDNY que grita… ¡STOP!


g-sayah


Microrrelato 63.0


Viajar I


Cuando se ausentaba de casa dejaba flotando en el ambiente su inconfundible esencia, olor, bálsamo embriagador que despertaba sensaciones de omnipresencia. Lo hacía con frecuencia, y en períodos relativamente largos, ya que su trabajo le obligaba a pernoctar constantemente en lugares donde nadie en la empresa era capaz de triunfar. Si, era un triunfador, un individuo formado y mentalizado para conseguir cualquier objetivo que se propusiera, y por otra parte, un ser excepcional, buen padre, magnífico esposo y un amigo encantador… esta vez los avatares de la vida hicieron que su ausencia física fuera para siempre…


g-sayah


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