
Eric Larsson miraba incrédulo el dosier que Fox le había dejado el día antes. Lo estudió con detenimiento en poco tiempo, ya que era bastante escueto, lo que no quitaba que fuera muy conciso y revelador.
Sólo con algunas fotos aportadas por el autor del trabajo, se deducía de manera flagrante la infidelidad de la mujer de su viejo amigo. Datos de ella, de su amante. La primera lectura que hacía era que lo que pretendían era simplemente pasar un buen rato. -¿Y quién no? – Se dijo.
Al corrupto concejal no le cuadraba que las intenciones de Fox fueran que ‘desaparecieran del mapa’, palabras textuales que salieron de su boca, con un arranque de rabia e impotencia la mañana antes. No entendía cómo una, a simple vista, vulgar infidelidad, algo habitual hoy en día, provocara una reacción tan violenta y desmesurada para con la pareja en cuestión.
Larsson lo pensó fríamente. Presumía de ser un tipo pragmático, y lo que Fox le propuso como solución, desoyendo las primeras propuestas que le había sugerido él, distaba mucho de ser una alternativa lógica y práctica, más bien era harto complicada y extrema.
Había algo más, no sabría decir en ese momento qué podría ser, pero estaba completamente seguro que aquel marido despechado no estaba siendo del todo sincero. Nadie asesinaría a su mujer y a su amante sin un motivo poderoso, al menos eso era lo que él pensaba. – Demasiado arriesgado por un simple ataque de cuernos. –
Quedó en llamarlo en un par de días con un plan, hasta entonces intentaría averiguar que carajo era lo que en realidad había detrás de todo el asunto, ya que no estaba dispuesto a complicarse la vida sin que estuvieran todas las cartas sobre la mesa. Aquella historia apestaba…
g-sayah
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