
Seguro que iría al infierno, pero por motivos de otra índole…
Tanto su pasado como su día a día estaban repletos de actos que traspasaban los límites impuestos por la ley.
Sobornos, corrupción urbanística, tráfico de influencias, prevaricación, estafa, blanqueo de capitales… un largo etcétera, pero nunca, bajo ninguna circunstancia, había incurrido en ningún delito en el que el derramamiento de sangre tuviera un atisbo de aparecer.
No hace tanto que tuvo la oportunidad de emprender un atractivo negocio relacionado con la compra-venta de armamento. Atractivo en lo económico, claro. Sencillo, sin complicaciones, poca inversión y suculentos beneficios, aunque la paupérrima parte de conciencia que le quedaba medio decente se lo impidió. Hubiese multiplicado su ya ingente fortuna, a buen recaudo en diferentes paraísos fiscales a lo largo y ancho de todo el mundo, pero decidió seguir con lo que tenía, que tampoco estaba nada mal.
Con respecto a Rachel, su plan estaba saliendo bien. El supuesto matón que en teoría había contratado para cumplir los deseos de Robert, le pasaría un hipotético informe en el que dejaría claro que de la señora Fox no había ni rastro, y no por su trabajo de sicario precisamente. Era la idea, idea que Eric esperaba que calara en la mente de Robert, de manera que este cambiara de actitud, cejara en su empeño y no siguiera adelante con aquella turbia historia, y así, su viaja amiga, disfrutara de su anónimo retiro, fuera de todo peligro.
g-sayah
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