«Ojo por ojo»

Sosegada, tranquila, con respiraciones largas y hondas esperaba pacientemente sentada en su desvencijado SEAT a la espera de que su ex marido saliera del trabajo.

En apenas cinco minutos sus vidas cambiarían, radicalmente, ella tenía la certeza y estaba preparada, él desconocía su destino.

Acompañado por unos compañeros, bajaba sonriente los cuatro escalones que jalonaban el edificio de oficinas donde, en otro tiempo el gran amor de su vida, desarrollaba su oficio de engaño y fraude, aquel individuo, un maltratador doméstico, un castigador familiar, disfrazado de alto ejecutivo con traje de novecientos euros, sin escrúpulos, ora engaña a clientes ricos, ora utiliza los puños para agredir a la que era su mujer, y a su hija.

Abrió la guantera, extrajo el revólver, se aseguró que las seis balas cargaban el tambor de este, y sin molestarse en disimular que lo empuñaba, bajó del coche y se enfrentó a aquel monstruo.

– Hola Rebeca, ¿qué haces tu aquí? – Preguntó un tanto desconcertado y con brusquedad, sin esconder que le incordiaba su presencia.

– Hola Juan, quería darte una sorpresa. –

Levantó el brazo que empuñaba el arma y le descerrajó cinco tiros en el pecho…

‘La forma del agua’

La forma del aguaDesde mi modesta afición al séptimo arte, no puedo dejar pasar la oportunidad de recomendar la última película de Guillermo del Toro. No voy a desgranar su argumento, ni hablar de su temática, simplemente pienso que merece la pena, ya que cuanto menos es bastante original, diferente, con unas interpretaciones buenísimas y una ambientación muy conseguida.

Relato 76.0

Juzgados NYC

 

 

 

 

Bajaba las escaleras como si tal cosa, elegantemente vestido, zapatos italianos, porta documentos de piel. Abogado sin escrúpulos defensor de grandes criminales. Criminales que no escatimaban en gastos para comprar jueces, fiscales y policías. Un hampa oficial con togas y uniformes que escondían su corruptela detrás de blancos sobres rebosantes de billetes de quinientos euros, y paraísos fiscales sostenidos por políticos que seguían el mismo patrón, cortado con las mismas tijeras, aún con menos escrúpulos si cave. Me enfrenté a él, para que me viera la cara, y lo miré a los ojos fijamente antes de descerrajarle un disparo en la frente. – Nos vemos en el infierno, abogado. –

G. Sayah

Relato 26.0

El reloj de Bergson

‘Recuperar el tiempo perdido’

A Marco, se lo decía un amigo suyo que le triplicaba la edad. – Intenta disfrutar todos los momentos que puedas con tus seres queridos, que la vida es efímera y sólo se vive una vez -.

Cierto es que los consejos que nos dan, son meras palabras que no nos molestamos en tomarnos en serio y desdeñamos a la primera. Decía aquel que los consejos los puedes tomar o dejar, pero la verdad es que normalmente optamos por la segunda opción.

Marco siempre buscaba cualquier excusa para no pasar a ver a sus padres. Contaba con los dedos de una mano las visitas al hogar familiar, en otra hora cálido y entrañable. Había dejado de valorar ciertos aspectos en su vida desde que se independizó, alquilando un desvencijado apartamento en la calle 23.

Hoy, 13 de junio, mientras sorbía de una taza el café que acababa de hacerse en su mini cocina, lo sopesaba y a la vez se arrepentía. Hacía varios años que su padre no estaba, y no podía evitar recordar el consejo que le dieron en su día… Recuperar el tiempo perdido, ya no era posible.

G. Sayah

Spin-off 17.0 / Capítulo 25

Gothan

Se les hizo bastante tarde, por lo que decidieron continuar al día siguiente. Quedaron temprano para dedicarle unas horas a cruzar todos los datos que, hasta ese momento, disponían del caso y sus respectivas víctimas.

Mark apareció en la oficina con dos cafés bien cargados, lo que Jones agradeció enormemente. Pensaba que por lo menos, el primero de tantos que tomaba al cabo del día no sería del que disponían en comisaría. Sabía a rayos.

Tras un par de horas de un trabajado silencio, repasando informes y pruebas, Jones saltó de su silla para mostrarle a Mark su hallazgo.

– Mira inspector, tengo aquí una cuenta de García en la que figuran varios ingresos, de idéntica cuantía, y periódicos semanalmente, en concreto hay trece, todos de doce mil dólares. –

– ¿Y esta cuenta? Muy extraño para una persona con un trabajo tan humilde, ¿no te parece? –

– Es uno de los informes que ha llegado a última hora. Anoche, uno de los informáticos se quedó haciendo unas horas extras, por lo visto estaba peleado con su mujer, y rastreando unos correos, llegó a una empresa pantalla situada en un paraíso fiscal, a través de la cual, García se estaba fabricando un buen plan de jubilación. –

– Eso no cuadra en absoluto. Demasiado sospechoso. Dile al informático… –

– Si, ya se lo dije esta mañana antes de que llegaras. Que siga rastreando a ver si da con la identidad de la persona o los datos de la sociedad que le hacía los pagos. – Lo cortó Jones antes de que terminara la frase.

– ¡Eres una jodida máquina cuando quieres! – Bromeó Mark. – Doce de los grandes a la semana, no está mal. Lástima que no llegue a disfrutarlos. Seguro que algo se torcería para dar al traste con los planes del chico, y eso es lo que tenemos que averiguar. Eso, nos dará “un por qué” y, posiblemente “un quién”.-

G. Sayah

Microrrelatoser 38.0

Pobreza energética II

Ya se las apañarían para pagar las facturas, aunque no sabían cómo. Él, sin trabajo desde hacía ya cuatro años, ella, limpiando escaleras por tres euros y medio la hora, y ellos, tres hijos de dos, cuatro y siete años, tres bocas hambrientas que alimentar, inocentes y no conscientes de la situación.

Un invierno duro, y ya era el tercero, sin poder tan siquiera calentarse con una mísera estufa, era una de las facturas a la que no podían hacer frente.

– Jodida crisis. Cuándo acabaría. Cuándo cesaría de oprimirles. ¡Malditos políticos!…

G. Sayah

Relato 54.0

Cilicio

La vela se consumía lentamente en un rincón de la estancia, provocando una sibilina penumbra. Una habitación que sólo contaba con una silla, un reducido y viejo secreter y un desvencijado camastro, sobre el cual, de rodillas en el suelo, se apoyaba el padre Edward con las manos entrelazadas sobre el pecho.

Rezaba con ansiedad pero en silencio. Un oscuro remordimiento se había apoderado de él tras los últimos acontecimientos, hasta el punto que para calmar su conciencia y purificar su alma decidió hacer uso de su olvidado cilicio sobre su muslo izquierdo, ya que mucho se temía, sólo con la oración no expiaría sus pecados.

– ¡Dios mío! ¿Podrás perdonarme?.-

G. Sayah

Acróstico 11.0

11-M

11/M

 

Mar de almas inocentes

anhelan un mundo mejor,

dadivoso y complaciente.

Reciben golpes de terror.

¡Indiferentes nunca!,

distintos si, por el horror.

 

G. Sayah

Microrrelatoser 25.0

Mujer I

A la mujer…

¿Qué será lo que le ponía su madre? La respuesta era única, sin lugar a dudas… cariño, muchísimo cariño. A todo lo que decía, a todo cuanto hacía, en cada palabra, en cada gesto, siempre con una sonrisa que le iluminaba su rostro. Su personalidad desbordaba optimismo, hacía que aquel cariño se te transmitiera, inyectándote un chute de felicidad que con cualquier otro ser humano no podrías experimentar. – El vaso siempre medio lleno – decía, en contraste con el pésimo presente que vivimos, y que ella no obviaba, consiguiendo llevarlo todo con fuerza, pero sobre todo con amor.

G. Sayah

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