Relato 126.0

Casi cinco años en los que habíamos compartido nuestras vidas. Desde mi llegada a la isla supuso un apoyo imprescindible para mí, un guía necesario que poco a poco fue conociéndome hasta protagonizar la búsqueda de mi yo interior, y haciéndome descubrir sensaciones que jamás hubiese imaginado que estaban tan cerca.
Esencial en el día a día, pilar indispensable, me pidió que le acompañara a recoger unos resultados médicos, y la noticia no pudo ser más terrible… Samuel, lo siento, tienes un cáncer terminal. Podría decirse que esa fue la frase resumen de lo que nos dijo el doctor.
El cielo de Manhattan se desplomó
cual gigantesca losa de cemento,
pesada, magna, ineludible cayó.
Llora.
Las tormentas envolvieron dos almas
y los rayos arañaron corazones.
La oscuridad copó el presente,
el futuro con su destino, desoladores.
– No te preocupes – me dijo. – Los días que me restan los viviremos con mayor intensidad si cabe. Yo, con un nudo en la garganta, incapaz de articular palabra, comencé a llorar, y a día de hoy aún no he parado…
G. Sayah
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