Madrid 33.0


isla


Habían quedado en la misma cafetería dos días más tarde. Esta vez fue ella la que llegó antes, posiblemente por el estado de nerviosismo e inseguridad que la embargaba. Miró su reloj y ya pasaban más de veinte minutos, por lo que avisó al camarero con un gesto educado para que se acercara.

– Hola, ¿le sirvo algo? –

En ese preciso instante Eric entraba en el local, cerciorándose donde Rachel estaba sentada y que le estaban tomando nota.

– Un café sólo, bien cargado –

– Hola. Lo mismo para mí – Dijo a la vez que tomaba asiento – Gracias –

– No hay de que. Enseguida estarán –

– Siento el retraso, pero tenía que cerrar un asunto antes de venir y se me ha echado el tiempo encima 

– No te preocupes –

– ¿Cómo estás? ¿Has pensado en lo que estuvimos hablando? –

– Como para no hacerlo. Por lo visto, mi vida está en juego – Dijo Rachel sarcásticamente.

– Perdona. Que pregunta más idiota –

– No he parado de darle vueltas, la cabeza me va a estallar y no consigo centrarme. No puedo creer lo que me está pasando –

– Es lógico 

– Creo que llevas razón, lo mejor sería que me fuera. Estas últimas horas he notado a Robert algo distinto, bastante raro en su comportamiento, y no me gusta nada 

– Entiendo. Ayer me llamó muy excitado e impaciente. Quería una respuesta inmediata por mi parte a lo que me ha pedido sobre ti  – Dijo Eric eufemísticamente para no hacer más sangre en la herida emocional de Rachel.

– ¿Y qué le dijiste? –

– Poco. Le di largas argumentando que estaba a la espera de que la persona que íbamos a contratar para el encargo nos hiciera un hueco. Hipotéticamente claro, ya que esa persona no existe en medio de todo esto 

– ¡Joder! Esto es muy fuerte 

– Lo sé. Bueno, tranquila. Te traigo algo tangible. Tengo preparados un pasaporte y un billete de avión sólo de ida, más unos cuantos dólares en una cuenta que te he abierto. Todo para que puedas empezar de nuevo 

– No se que decir 

– Pues di que sí, es lo mejor para ti. Por cierto, ¿qué hay de tu ‘amiguito’? –

– No sabe nada, y creo que no sería buena idea que se enterara 

– Vale, estoy de acuerdo. ¿Que te parece Tahití? 


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Microrrelato 83.0


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Con el derecho siempre procuro mirar hacia otro lado, pero con el izquierdo intento mirar al frente. Me siento más seguro, y es que podría decir que es una excentricidad, una obsesión, más que una simple costumbre. ‘Caracortada’ no dejaba de recordármelo cada mañana cuando me cruzaba con él en la esquina de la 34th. Aquel viejo sabio indigente tenía toda la razón – amigo, siempre abiertos y no te fíes de nadie – Cuántas verdades ocultaba en su pensamiento más íntimo que raramente expresaba. Nadie lo sabía, pero en el fondo lo echo de menos…


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Microrrelato 80.0


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Si dijera que sentí dolor mentiría, y no digo que sea un insensible. Presumo de soportar situaciones difíciles, me quejo poco, pero la inesperada pérdida de mi compañero supuso un verdadero revés.

– 911 ¿Cuál es su emergencia? –

Acudimos a un bonito edificio de un barrio noble de la isla. Un vecino alertó del escándalo que la joven pareja que vivía enfrente montaba de nuevo. Cuando llegamos los gritos de ella se oían desde la calle. Subimos con premura a la tercera planta , nos identificamos y de repente dos disparos, uno atravesó la delgada pared del apartamento y el corazón de mi amigo…


g-sayah


Madrid 32.0


hotel


Cuando volvió, Vincent seguía tumbado en la cama. No sabía exactamente cuanto tiempo había estado fuera, ya que sus pensamientos hicieron que perdiera la noción de aquel.

– Lo de que no te movieras veo que te lo has tomado al pie de la letra – Le dijo María sonriendo.

– La verdad es que no veía un lugar mejor en el que esperarte ansiosamente. Me has dejado en ascuas y rebosante de curiosidad al irte –

– Pues eso lo vamos a solucionar enseguida – María dejó la bolsa que cargaba sobre un antiguo secreter que había en un rincón de aquella bonita habitación del Petit Palace. Lo decidió unilateralmente, le apetecía pasar el día tirados en la cama. Para ello compro algo de comer y una botella de vino en el 7-Eleven de la esquina.

A Vincent le pareció una idea genial – Salimos por la noche a cenar si te apetece –

– Vale, lo vamos viendo –

– Mientras vas sacando lo que has traído, voy a darme una ducha –

– Perfecto. Voy abriendo el vino. Por cierto, el recepcionista ha sido muy amable. Cuando subía, se cercioró de la botella, que sobresalía ligeramente de la bolsa, y con un tono algo sarcástico me dijo que nos sería difícil bebernos tan rico brebaje –

– ¿Y eso? –

– Entendí el sarcasmo cuando me tendió un sacacorchos   

Ambos rieron sonoramente – ¡Qué bueno! – dijo Vinc.

– Cuando lo hizo me guiñó un ojo en un ademán de simpatía, y en un impulso de atrevimiento le pregunté si sabía donde podía hacerme con lo que traigo en el bolsillo de los vaqueros 

– ¿de qué se trata? –

– Ahora lo verás cuando salgas del baño. Pero no me preguntes de donde lo he sacado, porque le he prometido que quedaría entre los dos –


g-sayah


Microrrelato 79.0


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Nos apenó que no le quedara ni un recuerdo para rellenarlas. Vaya frasecita para comenzar el microrrelato. Después de haber escrito decenas de ellos, es como si me hubiese quedado en blanco. Parece que el panorama reinante general donde la ausencia de ideas originales en el que vivimos me ha echado el ojo. Yo me resisto, pero resulta contagioso. No pienso que no exista creatividad, lo que digo es que es escasa, reconociendo que la exigua ilustración con la que me deleito, es brillante…


g-sayah


Relato 157.0 #reload#


No era un día como otro cualquiera, era la nochevieja de 2017. Había sido un año duro en lo personal, y esperaba que este nuevo año fuera algo mejor, todo un tópico. 

Por el momento la guardia había sido relativamente tranquila, poco trabajo, y el que salió, de poca importancia, hasta que con la duodécima uva en la mano saltaron las alarmas.

La adrenalina invadía su organismo… 

Era algo inevitable, sólo la experiencia de varios lustros le hacía sentirse seguro, a pesar de no saber nunca lo que se iba a encontrar con exactitud y el haberse desecho de la inseguridad inherente de los primeros años como bombero.

El tren de salida ocupaba la calzada por entero y las trompetas sonaban estridentes llamando la atención de conductores y viandantes, derramando un ruido sobre la metrópoli que no auguraba nada bueno.


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La información llegó imprecisa a la central de emergencias, lo que no era algo extraño para los compañeros que intentaban descifrar algunas veces los mensajes que llegaban a través de pantallazos cual códigos espías de la Segunda Guerra Mundial. Esto preocupaba al equipo en general y al jefe de la guardia en particular, pero bueno, nada a lo que no estuvieran acostumbrados, aunque siempre era de agradecer cualquier dato sobre el siniestro que facilitara el hacerse una mejor composición de lugar mientras se dirigían a toda pastilla por unas calles caóticas por el tráfico y resbaladizas para neumáticos, ya que ese día estaba cayendo una incipiente lluvia que convertía el asfalto en una pista de patinaje.

Ethan, su admirado jefe, impartía unas mínimas instrucciones por el camino, advirtiendo del posible peligro y de que nos cubriéramos la espalda el uno al otro. Cientos fueron las intervenciones que habían compartido y estaba acostumbrado a ese ritual, se sentía responsable del grupo y repetía siempre los mismos consejos.

– ¡Estación 51 en el lugar del siniestro! Aquí vamos a necesitar la presencia de más efectivos. –

Las miradas hacia el cielo. El edificio, imponente, cortaba el aire con sus afiladas aristas conforme se elevaba majestuoso sobre sus cimientos, cincuenta y cuatro plantas, la situación que nunca queríamos que se diera, pero la realidad era otra. Las llamas ocupaban al menos tres plantas a la altura la cuarenta, era impresionante y espectacular para todos, a pesar de no ser el primer incendio al que nos enfrentábamos.

– ¡Vamos chicos, pongámonos las pilas! Me acaban de comunicar que tenemos al menos veinticinco personas atrapadas en las plantas que están justo por encima del incendio. –

– Esto va a ser una tarea ardua. – Pensaba Frank mientras terminaba de colocarse el verdugo y el casco sin poder dejar de observar el magnífico rascacielos entorchado…


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Microrrelato 78.0


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Cuando acabes la dejas fuera y con las llaves puestas, Sergei pasará a recogerla para darle un limpiado a fondo. Esta vez va a tener que emplearse más de lo habitual para que no quede rastro del energúmeno que estás precintando con el plástico. Se resistió de lo lindo el muy hijo de puta. Pues así le ha ido. Cuando lo encuentren, aunque que creo que lo hagan, les va a costar trabajo reconocerlo. Por cierto, regístralo bien y que no le quede nada encima que pueda identificarlo antes de meterlo en la nevera…


g-sayah


Madrid 31.0


coffee


– Robert me ha pedido ayuda para deshacerse de ti –

– ¿Cómo dices? – La cara de asombro de Rachel superaba lo imaginable. – Pero… –

Eric hizo un ademán con la mano a modo de ruego para que le dejara terminar lo que empezaba a decir. Tenía intención de ir suavizando las primeras palabras y a la vez la situación, aunque no tenía más remedio que ser claro y conciso al principio.

– Quiere que utilice mis contactos para contratar los servicios de un sicario para matarte –

Rachel tuvo que llevarse las manos a la boca para ahogar un grito de terror y al mismo tiempo sintió una punzada en el estómago que casi la hace vomitar, pero en vez de eso, empezaron a asomarle unas incipientes lágrimas en los ojos. No podía imaginar que su marido fuera capaz de algo así.

– Por muy miserable que la gente piense que puedo ser, y la cantidad de cosas que haya podido hacer a lo largo de mi vida, de las que en su mayoría no me vanaglorio, tengo mis límites. Es complicado, intenta tomártelo con calma. Entiendo que es muy difícil, pero estoy aquí para ayudarte, y creo que lo que tengo pensado puede ser una solución factible –

Con un llanto silencioso pero más pronunciado, apenas si pudo preguntar… – ¿Y qué has pensado? –

Eric le ofreció el pañuelo que siempre llevaba en el bolsillo de su americana, blanco, personalizado con un bordado – Mi idea es que desaparezcas. Si no soy yo el que le ayuda a llevar a cabo sus planes, lo intentará por otro lado o de otra forma. Si no eres feliz con él y no te importa romper con todo, haré uso de mis ‘recursos’ para ayudarte. Saldrías del país, empezarías de cero. Una nueva vida, fuera de todo peligro. Creo que es lo mejor, y te aprecio lo suficiente como para ser cómplice de algo que pueda ir en tu contra. Pienso que el cornudo de tu marido, mi amigo, ha perdido la cabeza, y no pienso complacer a un loco por mucho que nuestra amistad venga desde la niñez. Además, te repito, mi aprecio por ti roza el cariño y no se me pasa por la mente algo así. Te considero mi amiga, aunque te conozca por ser su esposa –

– Pero cómo. Esto es una locura. No tengo dinero para hacer lo que me dices, es precipitado, y ademas, ¿a dónde iría? – Rachel no encontraba consuelo a pesar de las palabras de Eric y sus afectuosos gestos –

– El lugar es lo de menos siempre que él no pueda encontrarte. No tienes mucho tiempo para decidirte, pero piensa que es cuestión de vida o muerte…  –


g-sayah


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