Poema 9.0


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Encadeno pensamientos, 

atrapo un gesto.

Encadeno sentimientos,

atrapo un beso.

Siempre incorpórea

deseo inmortal.

En mi desdichada vida,

eres tangible y real,

para mí imprescindible,

te muestras leal.

¡Qué todos testigos sean!

Ayer, hoy, mañana,

no dejaré de amarte,

y al hacerlo

¡moriré en el intento!

mas no lo podrás dudar…


g-sayah


 

Relato 140.0


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Caracortada siempre estaba en su lugar preferido, la esquina próxima a la tienda de conveniencia en la que yo solía pedir un café para llevar todas las mañanas de camino al trabajo. Me caía bien, y con el paso del tiempo hasta le había cogido cariño.

A diario intentaba pagar en metálico, y así repartir lo que me sobraba entre la dependienta y aquel, lo que ambos agradecían, sobre todo él, que no tardaba ni un segundo después de darme la vuelta en entrar a por un café bien caliente, para combatir las frías secuelas sufridas por haber dormido a la intemperie.

En ocasiones, cuando no llevaba efectivo y me veía obligado a pagar electrónicamente, le dejaba pagado el café y un bollo, y es que como ya he dicho antes, me caía bien…


g-sayah


 

Madrid 24.0


Manhattan III


Eric llevaba pensando en el asunto de Robert más tiempo del que en realidad podía dedicarle. Tenía la obligación de acudir a otros menesteres, que sin duda para él eran mucho más importantes, y que ya no podían esperar más.

Había hecho un par de llamadas a sendos amigos que tenía en común con el matrimonio Fox, para ver si ellos podían saber algo sobre la historia de la esposa infiel. A estos le sorprendió la noticia, por lo que lógicamente le aportaron poco, eso sí, cayó en la cuenta de ser un tanto indiscreto, pero tampoco le preocupaba mucho, no tenía ganas de andarse con demasiadas tonterías.

Le apetecía un café y a la vez tomar un poco el aire, por lo que decidió no disfrutarlo en el despacho, como lo hacía normalmente. 

Salió del edificio, cruzó la avenida y entró en el Starbucks donde se daban cita todos sus compañeros y demás trabajadores de la zona, aunque a esas horas apenas si había alguien. – Mejor, así estaré más tranquilo. – Se dijo. 

Lo pidió ‘take away’, y al salir se sentó en la terraza del local y encendió un cigarrillo. Lentamente iba inhalando calada tras calada, dispuesto a tomar una decisión sobre qué tipo de ayuda le aportaría a Robert con respecto a su adúltera esposa…


g-sayah


Poeta en Nueva York 46.0


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Relato 151.0


En Aquellos días de primavera hallé en la escritura una forma bastante placentera de evadirme de la realidad circundante. Escapar de mi tormentoso pasado no estaba siendo tarea fácil. Había puesto de por medio cientos de kilómetros con un gran océano incluido, pero hay ciertas cosas, pensamientos recuerdos… que te persiguen y que la distancia es incapaz de solucionar.

Intentar construir un presente sobre unos cimientos castigados no me estaba resultando sencillo, mi pretérita vida no era el material correcto, así que opté por empezar de nuevo, y no me cabe la menor duda que había elegido el camino adecuado. Un senda que me llevara al olvido, enterrar parte de la memoria, vivencias y recuerdos ingratos, gente que no me quiso nunca, aunque dijeran lo contrario.

Otro país, otra cultura, otro idioma, otra perspectiva, una ingente cantidad de hormigón y acero que rezuma caos pero que a la vez me sumerge en una reconfortante anonimia, necesaria para mí y para el destino que el diablo me tenga deparado…


g-sayah


Microrrelato 69.0


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El último día de vacaciones caía nieve de manera incipiente. Pequeños copos que desaparecían nada más tocar el asfalto, lo que no restaba encanto a la estampa que se iba dibujando en el Skyline.

No fue el viaje que casi todos esperaban, era su aplazada luna de miel, y decidieron disfrutar de la gran urbe. A ninguno de los tres le apetecía eso de vuelta y vuelta en la arena abrasadora de una playa cualquiera, bajo un sol infernal y unos chiringuitos repletos de domingueros.

La metrópolis los acogió anónimamente, dejando en el desván de sus mentes recuerdos que nunca olvidarían…


g-sayah


Relato 147.0


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Aquella senda era una de las más angostas que jamás habían transitado. Andrea y Marco, Marco y Andrea, descubrieron nada más conocerse que compartían la afición al senderismo, y ocho años después habían recorrido juntos casi medio mundo.

El estrecho camino jalonaba un espeso bosque en un perdido monte de una lejana cordillera de un desconocido país al que llegaron después de más de treinta y cinco horas de viajes y traslados en múltiples medios de transporte.

Hicieron una breve parada para reponer fuerzas, recuperar un poco la agotada musculatura e hidratarse, ya que el calor era sofocante a pesar de que en ningún momento la espesa vegetación dejaba que el sol llegara a sus cabezas.

Iniciado de nuevo el camino, este les obligó a ir separados, uno detrás de otro, incluso había momentos en que se perdían de vista por culpa de lo denso del follaje que acorralaba la ceñida vereda, por lo que decidieron no parar de hablar el uno con el otro, de esa forma se asegurarían de que ambos iban en perfecto estado, eso sí, con menos aliento para la práctica del trekking.

– ¡Andrea cómo vas! –

– Muy bien amor mío, ¿y tú? –

– Bastante bien. ¿Te acuerdas del año pasado en Venezuela cuando estuvimos en un lugar muy similar a este? Fueron unos días increíbles ¿verdad? –

– Marco no recibió respuesta de su mujer, por lo que la llamó en voz alta, con el mismo resultado, lo que le pareció muy extraño. Preocupado dio media vuelta, raudo volvió sobre sus pasos y sin saber exactamente cuanto había retrocedido, calculó que al menos quinientos metros, se paró con la respiración harto agitada, el corazón golpeándole fuertemente el pecho y la mente muy confundida. La piel se le erizó y empezaba a notar una sensación de ansiedad que aumentaba a cada grito que daba pronunciando el nombre del amor de su vida.

– ¡Andrea! ¡Andrea! –

Como por arte de magia, una magia oscura y siniestra, Andrea había desaparecido…


g-sayah


Microrrelato 68.0


Macondo


Tengo pensado hacer varios peces de colores, aunque no me importaría que en este experimento improvisado y como por arte de magia, me salieran ‘pescaditos de oro’, como hiciera aquel macondiano en sus momentos de soledad. Todo está en el pensamiento, supongo, claro que lo de la ‘aldea feliz’ resulta una utopía. En cualquier caso, todo lo contrario, este lugar dista bastante de ser la ‘arcadia’ donde sus habitantes disfrutan de una digna calidad de vida, sin preocupaciones que no sean las que van más allá de lo cotidiano. Y es que el gobernador no gobierna y su pueblo está abandonado a su suerte…


g-sayah


 

Madrid 23.0


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Fue todo lo sincero que pudo, y sin entrar en detalles demasiado escabrosos que poco bueno podrían aportar, le contó a María esa oscura y turbia vida paralela que hasta ese momento había llevado, y cuáles eran sus intenciones para el día de mañana.

Conforme daba buena cuenta de lo que hacía para ganarse el pan, la cara de ella iba adoptando diferentes expresiones: sorpresa, horror, incredulidad, miedo, lástima… eso sí, durante el tiempo que transcurrió la disertación de Vincent fue incapaz de articular una sola palabra.

Él insistía en su arrepentimiento una y otra vez, en lo que se refería a la mayoría de los trabajos que contrataba. Que antes de abandonar ese lado tan siniestro, daba vueltas alrededor de un círculo vicioso, que más bien parecía un laberinto sin salida, y que la cantidad de dinero que ganaba, le hacía estar ciego ante la realidad.

No intentó justificar todo aquello que había hecho mal, pues cada uno de los encargos que le hacían se sostenían sobre una elección en la que la última palabra la tenía él, autónomo para ejecutar o no.

También insistió que no habría marcha atrás, que estaba dispuesto a cambiar, y que junto a ella pretendía empezar de nuevo. Estaba ilusionado, con ganar de vivir en el lado de la ley en la que la mayoría de la gente suele estar.

Poco a poco había tomado conciencia de que era otro, un hombre que necesitaba renovarse en todos los aspectos, y para ello, la necesitaba.

– Déjame que asimile todo lo que me has contado. Necesito tiempo. Entenderás que no es nada fácil, y que en ningún momento me imaginaba esto de ti. Tengo que pensar. ¡Joder Vinc, me has dejado…! no sabría decirte cómo me siento… ¡Joder! –


g-sayah


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