
Apoyados en la máquina de café que había en el pasillo donde estaba la habitación en la que se encontraba la última víctima que había sufrido el ataque del sociópata que atemorizaba Fjallbacka, Minna y Eric, esperaban a que el médico saliera y les informara.
El hospital estaba inusualmente tranquilo esa noche, todo lo contrario que las calles, que rezumaban un ambiente agitado y lejos de lo que podría denominarse sereno o plácido, como deberían ser las noches por esa época.
Lo que pudieran hablar con la chica agredida sería crucial para la investigación, o al menos bastante importante, ya que el agresor en su forma de actuar había seguido las mismas pautas que en los asesinatos anteriores, salvo por esto último, no había llegado a consumar el homicidio. Algo habría sucedido en el encuentro entre víctima y verdugo, que en el instante final hizo que a este se le hiciera imposible consumar la muerte de la joven. De ahí la importancia que tenía el hablar con ella. Se había convertido en la principal baza para avanzar en el caso, era su principal testigo.
En silencio, pero con la mente sincronizada, los inspectores sorbían del asqueroso café que aquel trasto le había soltado en un vaso de papel, cuando el médico salió de la habitación en la que estaba siendo tratada la paciente.
– Hola doctor. Qué hay de nuevo. –
– Buenas noches. En líneas generales no muy malas noticias. Se encuentra estable, bastante dolorida pero su estado no es grave. Se ha despertado aunque le acabo de suministrar un calmante y algunos analgésicos para que el dolor no le impida descansar. Es posible que le asigne un terapeuta para darle apoyo psicológico, ya que el trauma ha debido ser fuerte y lo va a necesitar. Por cierto, ¿han localizado a su familia? –
– Estamos en ello. ¿Podemos hablar con ella? –
– En principio si. Si ella se siente con ánimo por mi parte no hay problema, pero no la agobien demasiado. –
– Entendido doctor. No se preocupe. Seremos breves y no la molestaremos más de lo necesario. Muchas gracias. –
– De nada. Si me necesitan, estaré por aquí hasta mañana. Adiós. –
– Hasta luego doctor. –
G. Sayah
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