Poeta en Nueva York 50.0


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Relato 156.0


Sabemos que la vida concluye tarde o temprano, pero lo que no sabemos es qué nos vamos a encontrar una vez exhalado el último aliento, una vez crucemos ese umbral. 

Con esta premisa, la mayoría de los mortales nos aferramos a ideas muy dispares sobre lo que podría o no podría ser lo que hay más allá, y mientras estamos vivos coqueteamos con ciertas creencias, aferrándonos a lo que llamamos fe, una fe individual y característica según la cultura o arquetipo al que miremos, siendo estos generalmente bastante extremos, nada sencillo, ya que lo que deberíamos hacer es vivir intensamente el presente y que se joda el infierno, o el cielo, o lo que sea que exista.

Supongo que lo ideal sería esperar lo mejor posible algo que para el ser humano es difícil de aceptar y para lo que en absoluto está preparado… la llegada de ‘La Parca’.

Vamos, venimos

por este valle de lágrimas,

y lloramos y reímos

y salvar queremos nuestras almas.

Nos odiamos, nos amamos,

intenciones buenas y malas,

no nos faltan…

Yo me debato en múltiples dicotomías buscando un punto de equilibrio. Luces y sombras, querer y no querer, ser o no ser, conocer o ignorar, llorar o reír, y a lo largo de los años la balanza se ha ido inclinando hacia el lado más tormentoso, una negativa y sombría pendiente debida a un desamor sufrido, también por haber sido objeto de inexplicables envidias, por no conocer aquello que algunos llaman suerte en la vida, anhelando una anonimia imposible de alcanzar, y cuando pienso en el final del camino andado, un fuerte sentimiento oscuro me estremece, me hace temblar, y brota de lo más profundo de mí una terrible sensación de vacío, un vacío que nunca quise, un vacío que nunca pude ocupar…


g-sayah


#últimaentregadelaserie#


Poeta en Nueva York 49.0


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Relato 154.0


Como si a mí me importara lo que los demás me tengan que decir. Lo siento por ser algo grosero, pero al igual que no me gusta que nadie se meta en mi vida, yo soy incapaz de vivir la de nadie. Este es un concepto que poca gente entiende. Creo que hay que compartir vivencias, enamorarse, estar con quien nos aprecia en momentos sombríos, sentarnos aunque sea a tomar  un café de vez en cuando con aquel amigo que hace meses que no vemos… pero siempre respetando los límites que cada individuo quiera marcarse. 

En honor a la verdad tengo que decir que hubo un tiempo que ‘el qué dirán’ me atormentaba, posiblemente porque ni yo mismo me aceptaba, pero ese tiempo ha pasado. Ha llegado el tiempo de quererme, de mirar por mí, ya que estoy convencido de que en mi felicidad estará las de los que me quieren, aunque cada vez me van quedando menos de estos.

Desde mi retiro en la gran ciudad, observo desde la distancia un pretérito que fue algo desolador para conmigo, un tiempo pasado en el que albergaba pocas esperanzas, pero afortunadamente el presente está siendo distinto y presiento que el destino me tiene deparado algo mejor.

Y volviendo a hacer referencia al respeto, me gustaría señalar que vivimos en una sociedad en la que por lo general éste brilla por su ausencia, pese a ser una espléndida virtud que deberíamos de tener grabada a fuego en el cerebro, y no precisamente en el desván, sino en la planta baja, donde la tengamos continuamente a la mano. Por cierto hablando de cerebro, no hago más que darle vueltas a lo mismo y me parece que la inmensa mayoría lo tenemos hecho de una mierda inservible, una mierda que ni para abonar la tierra…


g-sayah


Poeta en Nueva York 48.0


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Relato 153.0


Tarjeta en mano me planté delante de la hilera de escalones que jalonaban el imponente pórtico que presidía vetusto el edificio que aquel curioso personaje me había incitado a visitar.

Levanté con esfuerzo el gran aldabón que colgaba de la puerta a una altura que casi no alcanzaba y con solo dejarlo caer sonó como un trueno, seguido de un suave y misterioso eco. Esperé pacientemente antes de repetir la operación, pero no hizo falta, unos inconfundibles sonidos de cerrojos abriéndose se oían desde el otro lado. Se abrió una mirilla relativamente grande por la que se podía ver casi la mitad del rostro de la persona que con un solo ojo me empezó a estudiar detenidamente.

– Qué desea –

– Buenas tardes. Mi nombre es Javier, y un amigo mío me dio esta tarjeta diciéndome que con ella podía visitar este lugar. –

– ¿Le dijo algo más? –

– No, bueno sí, que no me arrepentiría y que fuera discreto –

– Está bien, pase. Espero no ser yo el que me arrepienta – dijo aquella media cara mientras cerraba la pequeña compuerta. El comentario, sonó un tanto áspero, pero lejos de tenerlo en cuenta, me lo tomé como otro signo más hacia donde me estaba llevando mi curiosidad…


g-sayah


Poeta en Nueva York 47.0


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Relato 152.0


Un amigo de un amigo con el que coincidí en una de esas esporádicas tertulias literarias que teníamos en una agradable cafetería del SOHO me la había pasado. Mi curiosidad era doble. Por un lado, descubrir el lugar, me dijo que no vería algo parecido nunca, y por otro, la sibilina y silenciosa forma en la que me la dio. 

Un encuentro extraño, acababa de conocerlo, y una vez visitado aquel impresionante lugar, todavía me sigo preguntando por qué me eligió a mí.

Guardé la tarjeta en la que solo figuraba el nombre de la avenida junto con una especie de símbolo bastante enigmático, prometiéndole que no terminaría la semana sin que fuera a visitar aquel sitio que con tanto misterio y discreción me hablaba este peculiar personaje.

Pues bien, no dejé pasar ni un solo día, la curiosidad me venció como mató al gato, y la tarde siguiente al encuentro, una vez hube terminado el café que plácidamente tomaba en la terraza de un Starbucks de Broadway, apuré el cigarrillo y me aventuré.

– No me cabe la menor duda de que hará un buen uso de ella. – Me dijo guiñándome un ojo. – Tengo la sensación de que es usted un hombre de fiar. – Concluyó en su despedida aquella literaria tarde…


g-sayah


Poeta en Nueva York 46.0


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Relato 151.0


En Aquellos días de primavera hallé en la escritura una forma bastante placentera de evadirme de la realidad circundante. Escapar de mi tormentoso pasado no estaba siendo tarea fácil. Había puesto de por medio cientos de kilómetros con un gran océano incluido, pero hay ciertas cosas, pensamientos recuerdos… que te persiguen y que la distancia es incapaz de solucionar.

Intentar construir un presente sobre unos cimientos castigados no me estaba resultando sencillo, mi pretérita vida no era el material correcto, así que opté por empezar de nuevo, y no me cabe la menor duda que había elegido el camino adecuado. Un senda que me llevara al olvido, enterrar parte de la memoria, vivencias y recuerdos ingratos, gente que no me quiso nunca, aunque dijeran lo contrario.

Otro país, otra cultura, otro idioma, otra perspectiva, una ingente cantidad de hormigón y acero que rezuma caos pero que a la vez me sumerge en una reconfortante anonimia, necesaria para mí y para el destino que el diablo me tenga deparado…


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Poeta en Nueva York 45.0


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Relato 150.0


Como cualquiera de por aquí vago alienado aunque someramente consciente de que aún existe una salida, un pequeño recoveco por el que huir de esta insoportable existencia.

Mirar en mi interior y preguntarme qué quiero ayudaría a tomar una decisión que me obligue a salir de este círculo de uróboros en el que me veo dando vueltas desde hace bastante.

Luces y sombras,

alba, crepúsculo.

Lentos pasan los días

sin saber que quería..

La perspectiva de una frustración enraizada me atormenta, y la esperanza de una ‘no alienación’ poco a poco se va desvaneciendo pensando en que el destino me tiene deparado algo trágico, aunque espero y deseo lo contrario.  Mientras, aguardando una señal a la que aferrarme, mi triste vida, día a día se va consumiendo…


g-sayah


Poeta en Nueva York 44.0


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Relato 149.0


Frío, hace frío. Un frío que te llega a lo más profundo, física y mentalmente. Un frío que te hiela la sangre y te bloquea el pensamiento. hace frío, tengo frío…

El frío es capaz de paralizar sensaciones, inmovilizar articulaciones, adormecer extremidades corporales, anestesiar ideas… frío que arrastra una ventisca que corta el aire que respiro, y que araña mis pulmones cual afilada navaja barbera. Un frío implacable que sin pedir permiso y poco a poco ha  congelado mi – en otro tiempo – ardiente corazón…


g-sayah


Poeta en Nueva York 43.0


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Relato 148.0


El día que Moses murió recordaba que hacía muchísimo calor. El sol pegaba fuerte, caía a plomo sobre los acristalados edificios y su reflejo lo recogía el asfalto para transformar las calles de Manhattan en un auténtico horno.

El tráfico era intenso, lo que venía a ser normal en la metrópolis, aunque no excesivamente caótico, pero un ruido ensordecedor estaba colapsando mi mente y amenazaba con bloquear mis pensamientos, dejando solo lugar a que mis sentimientos fueran ganando terreno en lo más profundo de mi alma.

Todavía no afloraban muchos recuerdos, era demasiado pronto, pero si lágrimas, lágrimas y un enorme vacío junto con las primeras sensaciones de soledad…


g-sayah


Poeta en Nueva York 42.0


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Relato 146.0


Giré la cabeza creyendo haberla visto pasar en medio de aquella vorágine de almas autómatas que iban camino de sus respectivos puestos de trabajo. 

Hora punta, bullicio, ruido, carreras, silbidos pidiendo un taxi, bajar escaleras para coger el metro, cafés ‘take away’, llamadas perdidas en el smartphone, un portafolios que se cae y el aire se encarga de repartir una elaborada presentación por el acerado, subir escaleras al soltar el metro, una discusión, una disculpa, ‘sorry’, otra discusión, otro taxi, ahora llamado gritos, más llamadas telefónicas esta vez atendidas con auriculares de última generación, más disculpas, obreros fumando un pitillo en la esquina de un futuro rascacielos a la hora del pitillo mirando sorprendidos el ritmo de aquellas máquinas de carne y hueso, bicicletas sorteando coches, coches intentando sortear el caos, un agente del PDNY que grita… ¡STOP!


g-sayah


Poeta en Nueva York 41.0


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Relato 144.0


Sentado en mi carcomido banco…

Por la regularidad con la que lo visito podría tomarme la licencia de apropiármelo, figuradamente al menos. Son cuantiosos los ratos desde que llegué los que paso sentado en él y con quien comparto sueños y reflexiones, también dudas, dudas sobre quién soy, que estoy haciendo aquí y qué me tiene deparado el destino.

Miradas anónimas,

almas vacías e impías.

Noches calladas y sombrías

huérfanas, derraman lágrimas,

aguardando la luz del día.

Tengo un nuevo amanecer,

tesoro al que no renunciaré.

No sé cómo pero lo conseguiré…

Echando la vista atrás, no me cabe la menor duda de que el abandono de mi antigua zona de confort fue un acierto. En mi particular huída hacia un territorio más arriesgado, la experiencia me hizo soltar bastante lastre, superando multitud de prejuicios al instante, venciendo tabúes, saliendo por fin del maldito armario, y ahora, sentado en mi carcomido banco, navego en un mar de incertidumbre…


g-sayah


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