Otra noche más sin poder dormir y por mucho que le pesara, se había convertido en una rutina que le golpeaba de manera constante e ineludible, por lo que decidió afrontarlo como algo normal y por qué no, aprovechable en cuanto al tiempo, y satisfactorio por los resultados.
Eran las cuatro menos cuarto de la madrugada cuando puso la cafetera en funcionamiento, y mientras el café subía y su aroma envolvía el apartamento, se aferró a su cuaderno de relatos para continuar con la frase que su esposa le dejó escrita en un trozo de servilleta el día anterior.
Un gesto este, que se había convertido en una costumbre imprescindible y que a Marco le servía de inspiración para iniciar sus escritos.
Negro sobre blanco, plasmaba sus pensamientos, a la vez que soñaba con un futuro como escritor, – que iluso, como si fuera tan sencillo – se decía conforme deslizaba su bolígrafo, derramando letras, palabras, frases, párrafos… emanados de una primera idea ofrecida por el amor de su vida, musa de su modesta obra y fuente de su pasión por la literatura… Otra noche más sin poder dormir…