«Insomnio»

     Otra noche más sin poder dormir y por mucho que le pesara, se había convertido en una rutina que le golpeaba de manera constante e ineludible, por lo que decidió afrontarlo como algo normal y por qué no, aprovechable en cuanto al tiempo, y satisfactorio por los resultados.

   Eran las cuatro menos cuarto de la madrugada cuando puso la cafetera en funcionamiento, y mientras el café subía y su aroma envolvía el apartamento, se aferró a su cuaderno de relatos para continuar con la frase que su esposa le dejó escrita en un trozo de servilleta el día anterior.

     Un gesto este, que se había convertido en una costumbre imprescindible y que a Marco le servía de inspiración para iniciar sus escritos.

       Negro sobre blanco, plasmaba sus pensamientos, a la vez que soñaba con un futuro como escritor, – que iluso, como si fuera tan sencillo – se decía conforme deslizaba su bolígrafo, derramando letras, palabras, frases, párrafos… emanados de una primera idea ofrecida por el amor de su vida, musa de su modesta obra y fuente de su pasión por la literatura… Otra noche más sin poder dormir…

La noche en la ciudad

Gracias por estar ahí…

  Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero…

        Y es que no pasa un instante en que mis pensamientos no estén ocupados con ella, mi vida, mi musa, la rosa que reluce en este jardín de la vida. Vida que no deseo vivir si no es con ella, por eso, y con todo, muero porque no muero, si ella no está presente, si no me corresponde, ya que la vida que espero no tiene valor sin sus besos, caricias, abrazos… largos, cálidos, tiernos y sobretodo amorosos.

          Reflejos de un amor que comienza titubeante, pero que con el tiempo, el interés y la pasión se va fortaleciendo, uniendo dos almas nacidas para complementarse. Almas que se hunden como raíces que sustentan el tronco del árbol del cariño, cariño que se desprende de ese amor, sólido, inamovible, robusto, magno y bello cual corcel blanco de un caballero medieval, puro y sincero, sin resquicios ni temores. El temor sólo se presenta ante el pensamiento de una vida separados, la vida en un minuto si cabe. ¡Por favor, ni un minuto…!

                                                                                           G. Sayah

La literatura

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     La literatura, un mundo por explorar que nos rodea, nos invade y nos hace derramar sensaciones, propias de un arte como otro cualquiera. Objeto a nuestro alcance, que no es baladí el aprovecharlo para disfrutar y vivir experiencias inigualables, ora cerca de la realidad, ora lejos de esta.

«Bienvenida»

         – Me encanta viajar en tren, – pensaba Silvia mientras oía el típico traqueteo que hacían los boggies al contacto con el camino de hierro.

          Volvía de Israel, donde tuvo que realizar un trabajo bastante especial y arduo. No era la primera vez que iba al país hebreo, aunque siempre había sido por temas profesionales.

        Su jefe le había dado unos días libres, por lo que decidió hacer escala en París, donde intentó despejarse tras realizar la misión que se le encargó.

            En la estación de Chamartín cogió un taxi una vez abandonó el tren en el que viajó desde la capital francesa. El taxista la dejó a escasos metros del edificio de apartamentos donde residía temporalmente. Un apartamento reducido, pero acogedor, confortable y decorado con buen gusto.

            Extrajo las llaves del bolso y abrió la puerta. Lo que vio no le gustó nada, es más, llegó incluso a asustarla un poco. Todo estaba patas arriba. Alguien había estado allí en su ausencia y lo había revuelto todo.

          Tras un fugaz repaso visual, no percibió que se tratara de un robo, ya que no parecía que le faltara nada.

            – ¿Quién había estado allí y qué buscaba? -…

                                                                                                       G. Sayah

Microrrelato 10.0

“El Gran Cañón”.

    El crujir de las hojas les recuerda lo solos que están. Una soledad compartida, cómplice, impuesta por la vida, aunque esperada.

     Sus hijos partieron en busca de un futuro sin ellos. Un futuro paralelo, pero cuyo sentido rectilíneo transcurría lejano cual orillas opuestas del río Amazonas.

      La decisión estaba tomada. “Habían comprado los billetes,” pasaporte para ese último viaje de ida sin regreso, pero juntos, por siempre, marido y mujer, compañeros, amigos, eternos amantes… peregrinos vitales que conscientes de haber agotado su ciclo caminarían enlazados hacia un destino incierto y desconocido.

G. Sayah.

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