tale_2.0


My friend did not look happy. His name is Frank. Frank is having a lot of problems. He was living in Boston but when his mother died he had to go to live with his father because he lived alone in the country.


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His father’s name is Mike. Mike was always sad. He walked through the woods while he was crying so Frank cried too. I didn’t know what to do though I finally thought to give them a present. A dog! Yes a dog.

Now they are a little happier thanks to Piluca because Piluca is beautiful and very funny. By the way, Piluca is the dog’s name…


g_sayah


madrid_55.0


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La relación entre los dos llegó a ser algo más sólida. Una situación favorecida por lo sucedido en sus respectivas vidas anteriores. A ninguno se le hubiera pasado por la cabeza tiempo atrás, que empezarían de nuevo en un lugar apartado de la urbe, solos, compartiendo momentos de reparación social y sentimental, mientras daban largos paseos por la playa y disfrutaban de los placeres de la anonimia.

Rachel y Eric albergaban la posibilidad de que poco a poco, aquello se fuera haciendo cada vez más firme y estable, ya que aunque a lo mejor no eran plenamente conscientes, se necesitaban el uno al otro. Una necesidad mutua de reconstruir unas vidas bastante dañadas, no más que cualquier otra vida, de cualquier otro individuo, por supuesto, pero la fortuna hizo que el destino se mostrara caprichoso, artífice, creador preciso de un cambio sustancial en sus respectivos presentes…


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relato_7.0


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El día que Marco murió era un día como otro cualquiera, pero llovía intensamente. Salió del garaje de casa en su Renault Clio camino de la oficina y con el pensamiento ocupado con el dibujo que su hija de cuatro años, Alba, le había regalado por el día del padre.

En otra parte de la ciudad, Paula estaba nerviosa y estresada. Llegaba tarde a una importante reunión de trabajo. Sin apenas maquillar y a medio vestir, tampoco le daba tiempo de terminarse el café que su encantador marido le había preparado como cada mañana – Cariño, nos vemos para almorzar – le dijo mientras corría hacia el ascensor.

El limpiaparabrisas de su coche luchaba por evacuar el agua que se acumulaba de manera rápida y abundante. No paraba de mirar su reloj y Paula pensaba que su jefe le reprocharía el retraso, ya que el dosier de la presentación lo llevaba ella, pues había estado ultimándolo en casa hasta última hora de la noche. Se imaginaba a esos importantes clientes orientales, impacientes y puntuales, esperando a que una insignificante publicista llegara con una propuesta profesional carente de atractivo.

Le faltaban dos kilómetros escasos para llegar cuando se topó con un tráiler que circulaba a una velocidad anormalmente reducida. Pensó en adelantarlo, pero la vía y las condiciones meteorológicas no invitaban a ello. Miró de nuevo su reloj – ¡mierda, que tarde es! – Otra vez pensó en la cara que tendría su jefe y la bronca que le caería, por lo que decidió adelantar al lento vehículo cuya longitud no era precisamente corta.

En décimas de segundos se dio cuenta que dicha decisión no fue la correcta. Un automóvil negro chocó frontalmente con el suyo. Era lo último que recordaba cuando hablaba con un teniente de la Guardia Civil en el hospital.

– Agente ¿y la gente que iba en el vehículo con el que he tenido el accidente? – le preguntó Paula al teniente Vila con lágrimas en los ojos – Marco, señora, se llamaba Marco… 


g_sayah


madrid_54.0


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Tumbado bocarriba en la cama, se resistía a abandonarla. Estaba despierto desde que María se fuera al trabajo, pero tranquilo y relajado, no le apetecía levantarse de aquel lecho impregnado de su aroma, aunque su necesidad de cafeína y nicotina le pudo al final.

Completamente desnudo, puso la radio para oír las noticias matinales, y mientras el café subía se dio una ducha fría, no sin antes dejar preparado el traje y la camisa que se pondría esa mañana, negro y blanca respectivamente. – Tengo que causar una buena impresión – Se dijo. Pensaba en las dos entrevistas de trabajo que tenía concertadas para ese día.

Una vez se hubo vestido, se sentó en la cocina para tomar tranquilamente el café y echar un cigarrillo, mirando fijamente debajo del sillón donde el día antes había deslizado aquel sobre, el cual asomaba ligeramente una de sus esquinas.

– Qué coño será y quién lo habría dejado mientras estuvieron en Fjälbacka – Pensó. No le gustaba, y se temía que al abrirlo y leerlo, sus pretéritos asuntos volvieran en forma de problemas…


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