-Tu relación con el forense va más allá de lo profesional, ¿verdad? – Le preguntó Jones a su compañero de manera timorata.
A Mark no le sorprendió la pregunta. Tarde o temprano saldría a la luz, se conocían muy bien desde hacía varios años y este trabajo los obligaba a pasar bastante tiempo juntos, por lo que tapar una relación personal era complicado, y además aquel no tenía intención de esconderse de su inseparable compañera y tenía pensado contarle la historia cuando encontrase el momento oportuno.
– Llevamos saliendo varias semanas, y desde hace un par de días vivimos juntos. –
– ¡Joder! Pues si que te ha pegado fuerte inspector. No habéis perdido el tiempo. –
– La verdad es que si. Desde que lo trasladaron a nuestra comisaría y empecé a tratarlo, le puse los puntos y poco a poco me fui enamorando de él, hasta que tuvimos un par de citas y nos dimos cuenta que el sentimiento era mutuo.
– Me alegra mucho que sea así. –
A pesar de que las normas del departamento no eran explícitas en cuanto a las relaciones sentimentales entre agentes, creían y estaban convencidos que lo mejor sería que no se supiera y llevar la suya discretamente, le explicó Mark a su compañera, máxime tratándose de una relación homosexual, pues era un hecho que aisladamente tampoco habían aireado en el entorno profesional. Ambos preferían que de momento fuera así, en esto coincidían, aunque no descartaban la idea de anunciarlo en un futuro no muy lejano, rompiendo de paso algunos tabúes.
– Por mi parte puedes estar tranquilo, seré discreta. –
Te lo agradeceríamos enormemente. Espero compensarte más adelante pudiéndote invitar a la boda.- Soltó Mark con una sonrisa tonta que abarcaba todo su rostro.
Brindaron por la relación mientras esperaban a que Anthony les sirviera el postre, un tiramisú para compartir, que les endulzara el paladar, antes de darle a los padres de William García la mala noticia.
G. Sayah