Aguantando la respiración, puños apretados con los brazos a lo largo del cuerpo, mirada furiosa a la vez que impotente, contemplaba a aquel ser inmundo y cruel, violador de menores, enfermo mental sin solución, individuo no merecedor de vivir entre mortales, y premiado con una inútil reinserción social incompatible con cuantos le rodean, una reinserción que la justicia proclama y ampara.
Creadores de leyes ineficaces para con los buenos, yo les daba el sufrimiento de una madre, de un padre, de una familia, de unos amigos, de ‘una víctima’, sufriente de un delito pederasta que no merece ningún perdón.
Todo, sentido en décimas de segundos, mientras ese monstruo tomaba café tranquila y plácidamente, apoyado en la barra de un bar en el que se refugiaba de todas las miradas furiosas e impotentes.
g-sayah
Muy bueno, saludos,
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muchas gracias…
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