Relato 148.0
El día que Moses murió recordaba que hacía muchísimo calor. El sol pegaba fuerte, caía a plomo sobre los acristalados edificios y su reflejo lo recogía el asfalto para transformar las calles de Manhattan en un auténtico horno.
El tráfico era intenso, lo que venía a ser normal en la metrópolis, aunque no excesivamente caótico, pero un ruido ensordecedor estaba colapsando mi mente y amenazaba con bloquear mis pensamientos, dejando solo lugar a que mis sentimientos fueran ganando terreno en lo más profundo de mi alma.
Todavía no afloraban muchos recuerdos, era demasiado pronto, pero si lágrimas, lágrimas y un enorme vacío junto con las primeras sensaciones de soledad…
g-sayah