Los padres de Tomás insistían en recuperar al estúpido de su hijo. Siempre lo había sido, pero era su hijo. Su actitud distaba considerablemente de lo que hubiese sido normal para un chico de su edad, parecía incluso que la semilla en su nacimiento la había plantado el mismísimo diablo, por lo que estúpido, no dejaba de ser un gran eufemismo. Hacía daño a todos, no se llevaba con nadie, pero aquel fatídico accidente, en el que primero la conciencia, y más tarde la memoria, ambas perdidas por el fuerte trauma, podría brindarles una segunda oportunidad vital y necesaria…
g-sayah