Ya se las apañarían para pagar las facturas, aunque no sabían cómo. Él, sin trabajo desde hacía ya cuatro años, ella, limpiando escaleras por tres euros y medio la hora, y ellos, tres hijos de dos, cuatro y siete años, tres bocas hambrientas que alimentar, inocentes y no conscientes de la situación.
Un invierno duro, y ya era el tercero, sin poder tan siquiera calentarse con una mísera estufa, era una de las facturas a la que no podían hacer frente.
– Jodida crisis. Cuándo acabaría. Cuándo cesaría de oprimirles. ¡Malditos políticos!…
G. Sayah