– ¿Te apetece que quedemos algún día para cenar? –
– ¿Me estás pidiendo una cita? –
Mark se sonrojó un poco a la vez que se le quedaban las palabras atascadas en la boca, siendo incapaz de responder algo con sentido a la pregunta de David. Este se percató y decidió echarle un cable diciéndole que estaría encantado.
– Estupendo, yo termino en una hora, me queda algo de papeleo y si quieres te espero. –
Ahora era David el que empezó a sonrojarse. – Me parece bien, termino con la autopsia que tengo entre manos y salimos pitando, necesito una copa. –
Mark se despidió del forense con un hasta luego, pensando en el restaurante al que podían ir para causarle buena impresión a David fuera del ámbito profesional, y disfrutar de un rato de intimidad. – Eso es, iremos al Juliette. –
Juliette era un pequeño local que disponía de una bonita terraza, situado en la planta 45 de uno de los edificios más altos de Brooklyn. Con un ambiente personal, cálido y afrancesado desde donde se podían disfrutar de unas vistas espectaculares de Manhattan.
Mark creía que era una buena elección y estaba seguro que a su compañero le agradaría. Antes de sentarse en su mesa para liquidar el informe del caso que acababa de cerrar llamó para reservar mesa.
– Si a las siete por favor. Para dos. Exacto. Gracias. – Colgó el teléfono tras confirmar la reserva y empezó a sentir mariposas en el estómago…